Lograr la textura perfecta para las madeleines marmoleadas requiere atención al detalle durante el proceso de mezcla y horneado. Primero, es crucial batir los huevos y el azúcar hasta que alcancen una consistencia ligera y aireada, lo que ayuda a que las madeleines suban maravillosamente durante la cocción. Al incorporar los ingredientes secos, tamizar la harina y el polvo de hornear en la mezcla previene grumos y asegura una distribución uniforme. Incorporar la mantequilla derretida suavemente es esencial para mantener la calidad aireada de la masa. Además, evita mezclar en exceso, ya que puede llevar a madeleines más densas. Hornearlas en un horno precalentado a 190 grados Celsius durante 10-12 minutos precisos dará como resultado pasteles dorados, ligeros, suaves por dentro y ligeramente crujientes por fuera.